María Isabel Puerta Riera / Latinoamérica21
En noviembre de 2022 se instaló la Comisión Nacional de Primarias (CNdP) en Venezuela con la misión de organizar una consulta a nivel nacional para escoger al candidato unitario con la intención de representar a los sectores opositores en la Elección Presidencial de 2024. En palabras del presidente de la CNdP, Jesús María Casal, la misión del organismo era el rescate del valor del voto, ofreciendo una oportunidad para coincidir en un “proyecto básico común de democratización”. Estas fueron las premisas de un esfuerzo de organización colectivo que convocó a sectores partidistas y de la sociedad civil en una tarea de dimensiones complejas y bajo constante amenaza por parte del sector oficialista.
La tarea que se propusieron representaba un enorme desafío no solamente dadas las limitaciones materiales y financieras que se enfrentaban para sacar adelante la consulta, sino debido a la persistencia y agravamiento de los desacuerdos entre las distintas facciones de la oposición venezolana. Por una parte, se discutió la posibilidad de contar con la asistencia técnica del Consejo Nacional Electoral (CNE), que sería descartada luego del desmantelamiento de su directiva, una decisión que fue vista como un intento inútil de retrasar la consulta nacional. El anuncio de la Elección Primaria supuso por una parte el reconocimiento de la necesidad de organizar una plataforma electoral unitaria, mientras que por la otra, se trataba de la urgencia de superar los desencuentros para el beneficio común de lograr una propuesta coherente de política opositora.
Sin embargo, uno de los retos de la Elección Primaria como convocatoria social estaba justamente en la dificultad de lograr que todos los actores políticos coincidieran en la misma dirección estratégica. Sin duda que las diferencias ideológicas siguen allí, pero el esfuerzo se orientaba más hacia la conformación de un planteamiento unitario que le devolviera la confianza a los venezolanos en la ruta electoral. A esto además hay que sumar la incertidumbre sobre las medidas de inhabilitación que pesan, no solamente sobre María Corina Machado, la ganadora de la elección primaria, sino sobre otros políticos como Henrique Capriles Radonski, quien se retiró argumentando la dificultad de avanzar con esa medida en su contra.
Entre lo discutido y acordado en Barbados la semana pasada, cuando la oposición y el oficialismo formalizaron su compromiso de retomar las negociaciones entre ambas partes, fue el levantamiento temporal de las sanciones económicas impuestas por EE. UU. a cambio de permitir la participación electoral de la oposición. El tema de las inhabilitaciones no quedó resuelto.
Una vez efectuada la consulta, la oposición pasa a otra fase en el proceso político-electoral. Ahora toca, además de mantener el entusiasmo que las encuestas ya adelantaban sobre la participación en la primaria, luchar por condiciones electorales que incluyan el levantamiento de esas medidas que pesan sobre María Corina Machado, y sobre lo cual no hay nada firme desde el punto de vista de las negociaciones que en paralelo continuarán entre el Gobierno y la Plataforma Unitaria.
En este sentido, con la elección de Machado como líder de la oposición venezolana se presenta un nuevo escenario donde es de esperar que habrá definiciones, no solamente en términos estratégicos sino de representación. Uno de los aspectos críticos será la continuidad del actual equipo negociador de la oposición. No se puede descartar que luego de los resultados de la consulta se produzcan cambios en este proceso, lo que posiblemente sea aprovechado por el Gobierno para seguir estimulando las fracturas en la coalición opositora, como ha sido su estrategia.
La victoria de Machado no deja zanjada la dinámica interna opositora, pues otros aspirantes que se abstuvieron de participar en la elección primaria no excluyen una incursión fuera de la plataforma opositora en 2024, como es el caso de Manuel Rosales, gobernador del estado Zulia. Este escenario no es improbable, como tampoco lo es que otros factores de la coalición opositora, así como de sectores políticamente fluidos como es el caso del humorista Benjamín Rausseo, quien continúa manifestando interés en participar como candidato independiente, decidan lanzar sus candidaturas en 2024.
La oposición deberá unificar esfuerzos para mantener la base de apoyo de Machado como capital político para negociar mejores condiciones electorales que no se limiten a su habilitación. Quedan pendientes las condiciones de participación que incluyen el Registro Electoral, así como el voto en el exterior que requiere de su apertura. Esto dependerá de los acuerdos a los que llegue el Gobierno de Maduro con la Plataforma Unitaria, pues en algunos países con una población venezolana siginficativa, Venezuela no tiene relaciones diplomáticas, como es el caso de los EE. UU.
Finalmente, según la Comisión Electoral, 2.3 millones de venezolanos salieron a votar en unas Elecciones Primarias autogestionadas, enfrentando numerosos obstáculos: desde la reducción de centros de votación, la agresión a grupos del oficialismo o la supresión de información hasta interrupciones en el acceso a internet.
Esta experiencia ha dejado claro que, a pesar del descontento con la clase política, muchos venezolanos no han dejado de creer en la democracia y en el poder del voto. A pesar de las amenazas, las redes sociales y los medios mostraron un país que salió masivamente a votar por una esperanza. Este entusiasmo y la expresión de un deseo de cambio que difícilmente le será arrebatado a los venezolanos, es quizás el mensaje más poderoso que dejó esta jornada cívica.
/María Isabel Puerta Riera es profesora visitante de Ciencia Política en Valencia College (Orlando, Florida). Doctora en Ciencias Sociales por la Universidad de Carabobo (Venezuela). Secretaria de la Sección de Estudios Venezolanos de Latin American Studies Association (LASA).