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Asociación Nayrar Sarapxañani: educación, nutrición y empoderamiento para comunidades aimaras

La boliviana Flora Silva, directora de la Asociación "Nayrar Sarapxañani" (Vamos adelante en aymara (Bolivia). EFE/
En Mocomoco, Bolivia, se está rompiendo el ciclo de violencia gracias a la iniciativa de Flora Silva. A través de talleres de costura y pastelería, las mujeres aimaras aprenden un oficio y generan ingresos para sus hogares.


La pastelería y la costura de polleras, las amplias faldas características de las cholitas aimaras, se convirtieron en aliadas de Flora Silva, una boliviana que busca promover el empoderamiento de las mujeres en comunidades rurales. Además, comparte información sobre la ley contra la violencia machista.

Detrás de esta iniciativa está la Asociación «Nayrar Sarapxañani», cuyo nombre significa «vamos adelante» en aimara. Esta asociación es dirigida por Silva y presidida por el sacerdote español Diego Plá. Su objetivo es implementar programas educativos, nutricionales y de salud en las comunidades aimaras y quechuas del municipio boliviano de Mocomoco, ubicado a unos 218 kilómetros de La Paz.

Trabajo conjunto con el apoyo del sacerdote

Plá fue párroco en Mocomoco durante 14 años. Cuando fue llamado a La Paz en 2019 para una nueva misión en la Conferencia Episcopal Boliviana (CEB), Silva quedó prácticamente a cargo del proyecto, aunque siempre con el apoyo del sacerdote.

Iniciativas para combatir la violencia hacia las mujeres

Con esta asociación han puesto en marcha iniciativas como comedores escolares para las comunidades de Pacobamba e Ingas, proyectos de forestación y reciclaje; y ahora un programa dirigido a mujeres porque sus derechos son vulnerados. Así lo explicó Silva a EFE.

Desafíos en las comunidades de Mocomoco

Las comunidades de Mocomoco están situadas entre valles y montañas, a altitudes que oscilan entre los 3.200 y 4.000 metros. Sus habitantes se dedican a la producción de papas, maíz y a la crianza de alpacas y ovejas.

Promoviendo el cambio generacional

Silva, nacida en Mocomoco y de origen aimara, pudo constatar en su trabajo que las peleas en los hogares tienen su origen en la desconfianza, problemas económicos y el consumo de alcohol. «Y como han crecido en una sociedad violenta, ellos repiten la historia», lamentó.

Empoderamiento femenino mediante habilidades laborales

Fue precisamente un feminicidio ocurrido hace unos seis años en Mocomoco lo que motivó a Silva a «hacer algo» para romper estos ciclos con las nuevas generaciones. Además, vio la necesidad de promover el empoderamiento en las comunidades para que las mujeres aprendan un oficio y puedan generar ingresos para ayudar en sus hogares.

Aprendizaje integral para liderazgo comunitario

Así surgió el programa donde enseña a coser polleras y enaguas, preparar bollería y también sobre la ley contra la violencia machista o ley 348. «No solo quiero generar ingresos en sus hogares, sino empoderarlas en muchos aspectos. Quiero que sean líderes en sus comunidades, que puedan hablar y pedir permiso con respeto para poder participar en reuniones comunitarias», explicó Silva.

Utilizando la pastelería como herramienta educativa

Flora Silva utiliza la pastelería como herramienta para explicarles a las indígenas sobre la ley 348, ya que el proceso para hacer un bizcocho «es delicado» en comparación con la dureza con la que se amasan las marraquetas, los panes típicos de La Paz. «Cuando les enseñaba el proceso de elaborar un pastel o un bizcocho, les decía que debían tocar la masa despacito, no torpemente. Así es como quiero que ustedes traten a sus hijos y cómo deben ser tratadas por su pareja también», comentó.

Resultados positivos y aspiraciones futuras

Silva es optimista respecto a los resultados de sus programas, ya que ahora muchos esposos alientan a las participantes para que no dejen de asistir. Esto puede deberse tanto a que tendrán alguna delicia asegurada para la hora del té como al hecho de que les gusta ver cómo sus mujeres aprenden sobre sus derechos.

Nora Choconapi, una joven integrante del grupo más nuevo creado en Mocomoco en agosto, expresó su deseo de aprender sobre la ley y adquirir habilidades para generar ingresos propios. «En todo el país hay mucha violencia, no solo hacia las mujeres sino también hacia los hombres. Tenemos que aprender sobre las diferentes formas de violencia. Hay muchos feminicidios y nos están enseñando cómo evitar esa violencia», expresó.

Lourdes Cinchero pertenece al grupo de Ingas y destaca los beneficios de la pastelería y la costura para sus hogares y su progreso personal. «Aquí no tenemos economía y Flora nos está ayudando mucho. Ella nos proporciona telas, agujas y todos los materiales necesarios para coser», explicó a EFE.

La asociación cuenta con el apoyo de organizaciones como Amigos en Marcha, que financia los comedores, y Hermandad Alemania, que apoya la difusión de la ley 348.

Fuente: EFE


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