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La familia Ferrufino y su pesebre, un legado de 1957

Las figuras de Jesús, José y María fueron traídas como ofrenda / LA PATRIA
El pesebre a gran escala de la familia Ferrufino, es un legado desde 1957. Todo comenzó un año antes, cuando el impulsor ofrendó el armado como parte de un deseo, que con los años se cumplió y las nuevas generaciones continúan la tradición.

El pesebre a gran escala de la familia Ferrufino, es un legado desde 1957. Todo comenzó un año antes, cuando el impulsor ofrendó el armado como parte de un deseo, que con los años se cumplió y las nuevas generaciones continúan la tradición.

Era 1956 y dentro de una vivienda en la calle Caro, Washington y Camacho, don José Humberto Ferrufino Eyzaguirre y su esposa Bethsabé Rodo Borja, disfrutaban una noche de su pequeña hija. Entonces el deseo nació del varón de la casa, quien decidió ofrendar el armado de un pesebre.

“Mi tía nos contaba que cuando era pequeña, mi abuelo pedía tener una casa grande y una gran familia, entonces decide ofrendar el armado de un pesebre y hacerlo lo más grande posible. Para esto, encarga a un sacerdote que iba a México que le traiga un niño Jesús, lo más lindo posible y el más grande que encuentre”, cuenta el nieto Meickel Francachs Ferrufino.

El primer pesebre de 1957, se armó sólo con las figuras de José, María y el Niño Jesús. Ese año, don Humberto pidió de rodillas que le otorgue la gran familia y un lugar donde crezca su hogar.

“En los primeros años del armado, la gente del barrio principalmente era la que acudía. Mi abuelo comandaba el armado y abría la puerta de la casa para las visitas y mi abuela preparaba comidas especiales por la noche para recibir las visitas para adorar al niño, bailar y les contaba historias”, añadió Francachs.

Los escritos del historiador Maurice Cazorla Murillo, textualmente dan referencia de la creación artística de las piezas que fueron elaboradas por un artista peruano, por la firma en la base que aún se observa de “W. Murillo C.”

El pesebre fue uno de los más grandes durante sus inicios /LA PATRIA

AGRADECIMIENTO

Las plegarias dieron resultados, pues un año después, el creyente logró comprar una vivienda a una cuadra y media de donde vivía, en las calles Caro y Petot. En agradecimiento, decidió armar uno de los pesebres más grandes de la época y para 1958, el armado, ocupaba la mitad la sala living de la nueva casa.

“Nosotros tratamos de mantener la tradición, invitando a familiares y amigos para que vean el armado. Para la época, era un nacimiento grande junto con el de la familia Morales y mi abuelo don Humberto Ferrufino, estos dos siempre fueron el atractivo en la ciudad, pero también el significado porque siempre se ha tratado de replicar una ciudad de la época”, aseguró Meickel, el nieto.

DECORADO

Según Cazorla, don Humberto le dio un carácter especial al pesebre, ya que contaba una historia del relato bíblico.

“Fue imaginado para contar una preciosa historia, la misma que corresponde al relato bíblico, para ello se elaboró un decorado con ayuda de artistas locales y la proficua mano de la señora Rodo, además de los materiales de su antigua Academia Bolivia, hecho que ocasionaba más de una discusión”, describió el artículo del historiador en la publicación de LA PATRIA del 25 de diciembre de 2010, especial para Tu Espacio.

TRADICIÓN

Con la reciente Navidad, se cumplen 64 años de la tradición familiar. Desde hace ya 19 años, el pesebre es armado en la avenida Brasil y Adolfo Mier, por uno de los nietos.

La magnificencia de las piezas, la historia y los cánticos aún se mantienen, cada año con alguna novedad o innovación, ya que la historia de un abuelo que dedicaba hasta cuatro días y ocho horas por jornada y sobre todo el milagro navideño, fue transmitida a los miembros de la familia.


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