Por: Wara Braulia Mamani Choquecahuana/periodista LA PATRIA
En un mundo cada vez más comprometido con la lucha contra el cambio climático, las finanzas sostenibles se han convertido en un instrumento crucial para canalizar recursos hacia iniciativas que promuevan el desarrollo sostenible. A nivel global, los países han comenzado a integrar criterios ambientales, sociales y de gobernanza (ASG) en sus decisiones financieras, generando impactos positivos en la transición hacia economías bajas en carbono.
En Bolivia, un país altamente dependiente de sus recursos naturales y vulnerable a los efectos del cambio climático, las finanzas sostenibles representan una oportunidad para diversificar la economía, reducir emisiones y fortalecer la resiliencia climática. Sin embargo, el camino hacia la adopción efectiva de estas prácticas no está exento de retos significativos.
Uno de los pasos importantes de Bolivia es la creación de la Mesa de Finanzas Sostenibles de Bolivia, que organizó el “Foro Internacional de Finanzas Sostenibles: Transformando retos en oportunidades” en sus cuatro versiones.
CASOS DE ÉXITO EN BOLIVIA
A pesar de los desafíos estructurales, Bolivia ha dado pasos significativos hacia la implementación de finanzas sostenibles. Uno de los avances más destacados fue la emisión del primer bono verde por parte del Banco de Desarrollo Productivo (BDP) en 2023, por un valor de Bs. 102,9 millones (aproximadamente 15 millones de dólares americanos).
Según una nota de prensa de la entidad financiera publicada el 21 de diciembre del 2023, este bono está dirigido a financiar proyectos de eficiencia energética y producción más limpia, una muestra concreta del potencial que tiene el país para promover inversiones verdes.
En octubre de 2024, el BDP también logró acreditarse ante el Fondo Verde para el Clima (FVC) –el mayor fondo climático del mundo– para canalizar hasta 250 millones de dólares en financiamiento internacional destinado a proyectos climáticos. Este paso subraya la capacidad de las instituciones financieras bolivianas para alinearse con los criterios ASG y atraer recursos internacionales.
Otros actores también han contribuido. Banco Sol lanzó los «Bonos Sociales Avanza Mujer» por Bs. 205,8 millones, enfocados en empoderar a mujeres y promover la igualdad social, de acuerdo a la plataforma de la entidad bancaria.
Además, según una nota institucional, Banco Sol instaló en diciembre de 2023 un sistema fotovoltaico, de energía solar, en sus oficinas centrales de La Paz, logrando reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO2) en aproximadamente 45 toneladas anuales.
Por su parte, Ecofuturo y Banco FIE ofrecen productos financieros que apoyan proyectos ambientales y sociales con enfoques diferenciados y especializados:
El Banco PYME Ecofuturo, en 2022 lanzó el crédito “EcoSostenible”, un producto financiero diseñado para proyectos relacionados con la conservación ambiental y el cambio climático. Según explicaron desde la entidad, este crédito permite, por ejemplo, la compra de vehículos híbridos o eléctricos, está disponible en bolivianos, con montos a partir de los 1.400 y plazos hasta de 120 meses, con garantía de los mismos vehículos.
Además, Ecofuturo también desarrollo campañas de “Ecolimpieza” y “Forestación” para reforzar su compromiso ambiental.
El Banco FIE, por su parte, ofrece el “Crédito Sustentable / Ambiental”, dirigido a micro, pequeñas y medianas empresas. Según la plataforma de la entidad, los requisitos para acceder a este crédito varían según la administración de la empresa.
En julio de 2024, FIE inauguró el primer “edificio sostenible” en el sector financiero, ubicado en la ciudad de Cochabamba. La entidad financiera explicó que este edificio cuenta con un sistema de reciclaje de agua, paneles solares, sistemas bioclimáticos y utiliza «cableado verde» de caña de azúcar, lo que genera un ahorro energético significativo.
Asimismo, las entidades financieras que son parte de la Asociación de Entidades Financieras Especializadas en Microfinanzas de Bolivia (Asobin) como Banco Prodem o Banco Fortaleza, también implantaron programas y proyectos con gran impacto medioambiental.
Según un reporte anual de la Asobin, en 2022 las entidades financieras asociadas, lograron beneficiar a 600 personas con la construcción de jardines ecológicos y huertos urbanos, se plantaron más de 1.000 árboles en diferentes partes de país, se reciclaron 1.284 kilogramos de papel y alcanzaron un significativo apoyo a la vida silvestre a través de la alimentación de felinos y cuidado del Santuario Ambueari.
OBSTÁCULOS EN EL CAMINO
A pesar de estos avances, Bolivia enfrenta importantes barreras que dificultan una adopción masiva de las finanzas sostenibles. Uno de los mayores retos es la falta de una taxonomía nacional que defina qué actividades pueden considerarse sostenibles. Sin esta herramienta, es difícil alinear las inversiones del sector público y privado con los objetivos climáticos del país.
Una taxonomía nacional permitiría alinear los esfuerzos del sector público y privado, asegurando que tanto las políticas gubernamentales como las decisiones de inversión empresarial estén dirigidas hacia iniciativas que promuevan la sostenibilidad. Al estandarizar estas definiciones, se facilita la transparencia y la confianza de los inversores, especialmente en mercados internacionales. Para países como Bolivia, es crucial para atraer financiamiento verde, estructurar políticas públicas más efectivas y canalizar recursos hacia proyectos que mitiguen el impacto del cambio climático y fomenten la resiliencia económica.
Además, el mercado financiero boliviano carece de regulaciones claras y estándares comunes, lo que limita la confianza de los inversores internacionales. El acceso restringido a financiamiento verde también constituye un obstáculo, especialmente para pequeños empresarios y comunidades que podrían beneficiarse de estas iniciativas.
Otro desafío clave es la ausencia de incentivos y garantías que aseguren la rentabilidad de las inversiones sostenibles. Esto desalienta a muchos actores económicos a apostar por proyectos que, aunque beneficiosos a largo plazo, representan riesgos financieros iniciales.
APRENDIZAJES REGIONALES
Los retos que enfrenta Bolivia no son únicos. Otros países de América Latina también han tenido que superar obstáculos similares. Brasil, por ejemplo, fue pionero en implementar regulaciones para la gestión de riesgos ambientales y sociales en los bancos, según un análisis de la coordinadora de las capacitaciones a nivel global de la Iniciativa Financiera de ONU Ambiente (UNEP FI, por sus siglas en inglés), publicado recientemente.
Además, Brasil desde 2014, introdujo la Taxonomía Verde en las carteras de crédito, una metodología que categoriza el crédito bancario en tres modalidades: Economía Verde, Exposición al Riesgo Ambiental, Exposición al Riesgo Climático. Actualmente, el país trabaja en su taxonomía nacional.
Colombia también destaca como un referente regional. En 2022, lanzó su propia taxonomía verde, identificando sectores clave para dirigir inversiones hacia proyectos con impacto positivo en el clima y la biodiversidad. En paralelo, desarrolló el Protocolo Social en 2024, promoviendo la equidad y la inclusión en el sector financiero, según un reporte sobre la situación de las taxonomías de la División de Gestión Fiscal del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Por su parte, México publicó su Taxonomía Sostenible en 2023 y lanzó herramientas de autodiagnóstico para riesgos ASG, consolidando su liderazgo en finanzas sostenibles, según UNEP FI. Estos ejemplos ofrecen lecciones valiosas que Bolivia podría adaptar a su realidad local.
CONSTRUYENDO BASES SÓLIDAS PARA EL FUTURO
El desarrollo de un marco normativo robusto es esencial para que Bolivia pueda avanzar en finanzas sostenibles. La creación de una taxonomía nacional, inspirada en el Marco Común de Taxonomías de Finanzas Sostenibles para América Latina y el Caribe, podría ser el primer paso para alinear los esfuerzos del sector público y privado.
Además, fortalecer la colaboración entre el gobierno, las instituciones financieras y las comunidades locales permitirá desarrollar productos financieros que respondan a las necesidades del mercado y fomenten un crecimiento inclusivo.
Las finanzas sostenibles representan una oportunidad única para diversificar la economía boliviana, reducir su vulnerabilidad climática y mejorar la calidad de vida de su población. A medida que otros países de la región avanzan, Bolivia se encuentra en una posición estratégica para aprender de sus experiencias y construir un futuro más resiliente.