Hoy, 16 de julio, se conmemoran los 214 años de la Revolución Independentista de La Paz, el segundo levantamiento en Bolivia contra la corona española y considerado el aniversario del primer grito libertario en América Latina.
En aquel histórico día de 1809, una sublevación civil liderada por Pedro Domingo Murillo estalló en armas contra la corona española. Tras destituir al gobernador, constituyeron el primer gobierno libre de América y proclamaron el primer documento de independencia de las colonias a través de la Junta Tuitiva.
La planificación meticulosa llevada a cabo por los revolucionarios paceños con ideales independentistas fue aprovechada durante la tradicional celebración de la festividad de la Virgen del Carmen para llevar a cabo su sublevación.
Pedro Domingo Murillo, nacido en el Alto Perú del Virreinato del Río de la Plata (1757-1810), lideró esta rebelión. Aproximadamente a las 19:00 horas, mientras se llevaba a cabo una procesión, tomaron el Cuartel de los Veteranos Españoles y se adueñaron de sus armas. Luego convocaron a un cabildo abierto donde desconocieron la autoridad imperial del gobernador Tadeo Dávila y a la autoridad eclesiástica del obispo Remigio Santa y Ortega. En su lugar formaron una Junta Tuitiva presidida por Murillo.
El 27 de julio se publicó la Proclama escrita por el sacerdote José Antonio Medina, documento que declaraba abiertamente la independencia y es considerado como el primer documento de este tipo en América.
Además, durante estas fechas se lanzó un nuevo plan de gobierno compuesto por diez artículos, actualmente considerado como el primer estatuto constitucional de América Latina. Por lo tanto, la Revolución del 16 de julio de La Paz se considera la primera revolución abiertamente independentista y la Junta Tuitiva el primer gobierno libre de América del Sur.
Ante la revolución, el Virrey Abascal envió a La Paz un ejército de 5.000 hombres bajo el mando de José Manuel de Goyeneche para acabar con los levantamientos.
Murillo junto a 880 revolucionarios marcharon hasta Chacaltaya para esperar y enfrentarse al ejército español; sin embargo, se produjo una contrarrevolución encabezada por Pedro Indaburo quien apresó a Murillo acusándolo de traición. Una vez restablecido el orden, Indaburo fue ajusticiado por Antonio Castro.
Entre octubre y noviembre los revolucionarios fueron derrotados en los combates de Irupana y Chicaloma. Luego se replegaron a los Yungas donde fueron apresados y condenados todos los cabecillas de la Revolución. Murillo fue capturado en Zongo.
El 29 de enero de 1810 se cumplió la sentencia de muerte para los nueve cabecillas conocidos como Protomártires de la Independencia: Pedro Domingo Murillo, Juan Antonio Figueroa, Basilio Catacora, Apolinar Jáen, Buenaventura Bueno, Juan Bautista Sagarnaga, Melchor Jiménez, Mariano Graneros y Gregorio García Lanza.
Antes de morir en la horca, Murillo pronunció las palabras que darían inicio a la lucha por la independencia en toda Latinoamérica: “Compatriotas, yo muero, pero la tea que dejo encendida, nadie la podrá apagar”.
En conmemoración a este grito libertario, La Paz celebra hoy encendiendo la Tea de la Libertad y leyendo la Proclama de la Junta Tuitiva. Además se realiza un saludo en homenaje a esta gesta Libertaria y se colocan ofrendas florales en el monumento a Murillo.
Los Protomártires de la Independencia dejaron un gran legado e ideologías a un pueblo forjado a los pies del Illimani y que ha demostrado su vocación de libertad.