Necrológicos

Necrológico:

Tributo póstumo a un gran amigo y mentor que trascendió por su grandeza a través de enseñanzas de vida

Por el año 1975 viví una gran experiencia de vida que marco la estructura de mi interior, conjuntamente con mi muy querido amigo y maestro Raúl (Conejo) Rodríguez hice un viaje a un valle (a un terreno propiedad de su Mamá). El trayecto en camión con mochilas, sleeping, etc., hasta llegar a una cumbre de cordillera, caminamos cerro abajo más de 3 horas, llegando a unos terrenos inhabitados al borde de un río.
Emprendimos un proyecto de 1 semana de construcción de unas paredes, parte de una construcción mayor. El proceso contemplo la elaboración de decenas de adobes de barro desde cero, luego procedimos a la construcción de las paredes, días de arduo trabajo con lapsos de comidas, platicas de diversos temas en las noches; rutina diaria de intensa actividad física, mental y espiritual. Una vez terminado el proceso iniciamos la caminata de regreso (3 horas cerro arriba), para tomar el camión de regreso a Oruro, el camión solo pasaba una vez a la semana, esa semana no iba a pasar.
Tenía un poco más de 15 años (teníamos un buen estado físico, producto de varios meses de intenso entrenamiento diario, previo al viaje), el Cone me pregunto si estaba dispuesto a realizar una caminata de muchas horas hasta llegar al pueblo más cercano de donde podríamos tomar el transporte para llegar hasta Oruro. Emprendimos una caminata de más de 10 horas con intervalos para tomar mate de coca y comer algo, caminata que significó un inmenso esfuerzo físico, mental y del alma en flujos de energía; sin la guía y soporte de mi maestro Conejo no habría sido capaz de lograrlo. Horas de esfuerzo sintiendo solo la vista a través de los ojos y controlando los movimientos del cuerpo sin sentir extremidades, cabeza, etc.
Llegamos al pueblo, tomamos el transporte y finalmente regresamos a Oruro.
La historia seguramente no tiene trascendencia para nadie, para mí fue un periodo de intenso aprendizaje con profundas enseñanzas y grandes significados, desde elaborar adobes, construir paredes y finalmente culminar con una sesión de una caminata que rebaso los niveles físicos de aguante y de salir adelante sin dejar vencerse por las adversidades y complicaciones. Aprendizaje y enseñanza en esencia, con convivencia real más los esfuerzos que emanan desde lo más profundo de tu interior, de tu alma. Es como Raúl (Conejo) Rodríguez trascendía en la vida de muchos de nosotros, enseñanzas y sabiduría que dan frutos a través del tiempo y del espacio.
Sé que el Conejo esta en Paz y mucho más allá de nosotros, lo he llevado y lo llevare siempre en lo más profundo de mi ser, como una luz tenue y poderosa que ilumina diversas etapas de mi camino.
Mis sinceras condolencias a su familia y a las personas que estuvieron cerca estos últimos años.
Posiblemente la humildad y grandeza del Conejo no necesitan de este tipo de publicación, pero es un flujo de mi persona, con una muestra de agradecimiento póstumo que no pude hacerlo en vida y mirando directamente a sus profundos y sabios ojos.
Williams Aguirre Ballesteros.

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