Las ejecuciones públicas volvieron a Afganistán, luego de más de 20 años. Un hombre condenado por asesinato fue ajusticiado este miércoles en la provincia Occidental de Farah, según anunció el portavoz del régimen talibán.
Cientos de espectadores, entre los que estaban dirigentes talibanes llegados expresamente de Kabul, no quisieron perderse el macabro espectáculo.
El asesino confeso, originario de Herat, habría sido denunciado por la familia de la víctima, de Farah, hace ya cinco años. En noviembre, el guía supremo talibán, Hibatulah Ajundzada, exhortó a los jueces a aplicar con rigor la sharia (ley islámica) para determinados delitos. En este caso, la ley del talión (castigo que se identifica con el crimen cometido).
Las autoridades del Emirato Islámico de Afganistán, meticulosas en cuestiones jurídicas, aseguran que el caso había sido examinado por tres tribunales distintos antes de dictar sentencia contra el sujeto de apellido Tajmir, que asesinó a un hombre para robarle el teléfono móvil y la motocicleta, según reporte del portal web La Vanguardia.
Entre los que no quisieron perderse el espectáculo de la muerte, estuvo la plana mayor del autodenominado Emirato Islámico de Afganistán. Entre ellos, el ministro del Interior, Sirajuddin Haqqani, el viceprimer ministro, Abdul Ghani Baradar, el ministro de Exteriores, Amir Jan Muttaqi, su homólogo de Educación y los más altos responsables de Justicia. El procedimiento empleado para terminar con la vida del reo no fue difundido.
Se trata del primer ajusticiamiento en público desde que los talibanes ganaron la guerra, hace dos veranos. Sirve para poner la piel de gallina a los que recuerdan sus ahorcamientos en campos de fútbol entre 1996 y 2001, así como sus lapidaciones y sus flagelaciones públicas, a imagen y semejanza de Arabia Saudí, el único país que entonces reconocía su dictadura, junto a Emiratos Árabes Unidos y Pakistán.
Desde su toma de Kabul, el 15 de agosto de 2021, los talibanes habían intentado esconder su peor cara. De hecho, fueron inesperadamente indulgentes con los que fueran sus enemigos durante décadas de guerra civil, así como con los funcionarios que colaboraron con el Gobierno bajo tutela extranjera. Aunque los más comprometidos, así como los agentes dobles, ya habían abandonado el país para entonces o lo hicieron en los caóticos 15 días posteriores.
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