Gerard Piqué provocó un gran impacto en el mundo del fútbol este jueves al anunciar su retiro en el duelo de este sábado entre Barcelona y Almería en el Camp Nou, por la Liga de España. El zaguero, de 35 años, tenía contrato vigente hasta junio de 2023 e incluso, a pesar de estar relegado, vio acción en lo que va de la temporada dentro de la rotación propuesta por Xavi Hernández. Sin embargo, fueron varias las razones que precipitaron su decisión.
Para algunos habrá representado una sorpresa, para otros, la crónica de una definición anunciada. En algunas de sus palabras fue dejando indicios de los fundamentos de la determinación. “Hace semanas, meses, que mucha gente habla de mí. Hasta ahora no he dicho nada. Pero ahora quiero ser yo quien hable de mí”, resultaron sus primeras palabras. En efecto, el zaguero, campeón del mundo con España en Sudáfrica 2010, no habló, ni posteó en sus redes, desde el 4 de junio, cuando se oficializó su separación de Shakira, relación que tuvo como fruto dos niños, Sasha y Milan.
Desde entonces, un tsunami mediático le pasó por encima. Por los rumores de infidelidad que habrían decantado en el divorcio, por su nueva pareja (y empleada de la empresa Kosmos) Clara Chía Martí, por los problemas legales que surgieron a partir de la división de bienes y la custodia de los pequeños, y hasta por las repercusiones del hit “Monotonía”, que la artista usó como catarsis para hablar de la ruptura.
Imposible que todo lo ocurrido, que incluyeron versiones de correrías nocturnas poco aconsejables para su carrera como profesional, no impactara en su día a día, más en su epílogo como deportista. “Se precipitó su separación de Shakira, lo que conllevó un tira y afloja a nivel jurídico muy intenso. Sin olvidar que Gerard tiene dos hijos pequeños”, justificó Mundo Deportivo como una de las razones detrás de colgar los botines.
La situación deportiva también resulta ineludible. Para una trayectoria de altísima factura como la del defensor, con 34 títulos a nivel clubes, el hecho de ser suplente es un nocaut al ego. Tanto Joan Laporta, presidente de la institución, como Xavi Hernández, entrenador y ex compañero, se lo advirtieron a inicios de la temporada, pero optó por quedarse a dar pelea. “Voy a terminar siendo titular”, arriesgó. Eso no sucedió. Jules Koundé, Andreas Christensen, Eric García o Ronald Araujo (antes de lesionarse), lo relegaron al rol de quinto central. Y salvo por lesión o descanso, no se movió de allí.
Cuando jugó, encima, no lo hizo bien. El grave error que cometió en uno de los goles del Inter en el empate 3-3 que contribuyó a la temprana eliminación del equipo en la Champions League lo dejó como uno de los grandes culpables del tropiezo, al punto de ser carne de memes y burlas en las redes sociales. A eso se agregaron las críticas por el sueldo que percibe, algo que también sufrieron Jordi Alba y Sergio Busquets. La rúbrica en enero de 2018 lo convirtió en el central mejor pago de la historia con 142 millones de euros brutos para el lustro acordado (139.642.800 de dólares). Luego, resignó parte de esos ingresos en pandemia, pero cuando lo convocaron para un segundo recorte, se negó.
Además de los problemas personales que salpicaron su día a día, aparecieron otros escándalos extrafutbolísticos. Como los audios filtrados con conversaciones con Luis Rubiales, presidente de la Real Federación de España, relacionados a algunas de sus acciones con Kosmos que evidenciaban un choque de intereses, aunque el defensor se aclaró de remarcar que no había “nada ilegal”. Algunos tienen que ver con las negociaciones por la Supercopa de España disputada en Arabia Saudita. En otros, incluso, hablan de arbitrajes.
Y el último ítem tiene que ver con el futuro. En España aseguran que Piqué se lanzará a la carrera política. Y que buscará ser presidente del Barcelona en el mediano plazo. Algo sugiere en su comunicado: “Ya me conocen, tarde o temprano volveré”.