El ranking mundial en el tenis, se mueve más que nunca. En una temporada donde las variables a tener en cuenta se han multiplicado (vuelta a la normalidad tras las medidas de congelación por el Covid-19, desfase entre fechas de torneos, etc.), la clasificación ATP da bandazos sin parar. No hay muestra más clara que la de las últimas semanas. Tras restar los puntos de Roland Garros 2021, se ha dado una situación que no se veía desde 2003: ninguno de los miembros del Big Three (Rafa Nadal, Novak Djokovic y Roger Federer) está en el Top-3.
Un cambio de paradigma, 19 años después, al que solamente Nadal puede poner remedio a corto y medio plazo. El balear, pese a su constante lucha contra el síndrome de Müller-Weiss, ha ganado los dos primeros Grand Slams de la temporada, no perderá puntos en Wimbledon y, si el nuevo tratamiento en el pie responde, es candidato perenne a todo. La excepción frente a un Federer que retrasa su regreso a las pistas y a las puertas de bajar del Top-100 (96º), algo que aún no se ha visto en este siglo (esta semana ha caído 28 puestos), y frente a un Djokovic al que, en este sentido y pese a su buen estado de forma, se le acumulan los problemas.
El horizonte es complicado para el serbio. De forma inminente, se encontrará con la inédita situación en el All England Club, donde, como campeón, no podrá defender los 2.000 puntos que logró la temporada pasada. La decisión de ATP, WTA y e ITF, debida a la exclusión de los jugadores rusos y bielorrusos de Wimbledon, pondrá a Nole en un contexto desconocido para él desde 2018. El serbio, que en febrero, antes de perder el uno por primera vez este año, acumulaba 361 semanas en la cima, saldrá del Top-5, bajará al séptimo lugar con total seguridad y, en las próximas semanas, podría alcanzar el 8º puesto. Su mayor caída en el ranking desde que su larga lesión en el codo, coincidiendo con la primera separación con Marian Vajda (que ha dejado de ser su entrenador definitivamente esta temporada), le condujera hasta el puesto 22 en mayo del mencionado año.
Un golpe serio para Djokovic que aún lo puede ser más. Tras Wimbledon, las cosas, de momento, tampoco le sonríen. La historia vivida en el Open de Australia, donde no pudo jugar debido a su negativa a vacunarse, podría volver a repetirse. Ahora, en suelo estadounidense. A diferencia del mejor londinense, el US Open sí permitirá jugar a rusos y bielorrusos; la normativa del país, sin embargo, ahora mismo, impediría la presencia de jugadores sin vacuna.