El vino blanco más criollo, el único que nace exclusivamente del territorio argentino, galardonado con premios y menciones alrededor del mundo y con un aroma inconfundible. El Torrontés tiene tatuada la bandera celeste y blanca y en esta nota te contamos a qué destinos emprender viaje para degustarlo como corresponde.
¿Sabías que el Torrontés es la única cepa 100% autóctona de Argentina? El Malbec podrá ser el ícono nacional si de vino se trata pero el que tiene sello exclusivamente argentino es el blanco Torrontés.
La cruza entre dos uvas – la Moscatel de Alejandría y la Criolla Chica – dio lugar a esta, que por su singularidad captó la atención de los viticultores que la descubrieron creciendo en secreto entre parrales. Por su frescura, su intensidad aromática tan característica con tonos frutales y florales y su acidez justa, rápidamente ocupó un lugar en el brindis de todo fanático del vino.
En Argentina no se toma esta bebida a la ligera: Es el quinto país productor vitivinícola del mundo y el noveno consumidor mundial. Por eso, la cepa criolla que nació en suelo local no podía ser menos que excelente. Las variantes son tres: Mendocino, Sanjuanino y Riojano.
Este último lleva la delantera por su altísimo valor enológico, que lo posiciona como el segundo blanco más exportado del país. Posee muchos premios y reconocimientos alrededor del planeta, y es elegido como aperitivo previo a las comidas o para maridar con sabores de mar como pescados y mariscos.
Para homenajearlo (porque se lo merece, ¿no?), del 4 al 11 de octubre el calendario nacional le hace lugar con la Semana del Torrontés y dirige la brújula hacia el noroeste del país, donde están las provincias que llevan su bandera. ¿Querés saber cuáles son? A leer, entonces:
Mendoza
Una nota de vinos argentinos no podía esquivar a, la provincia de la uva, la de las mejores bodegas del mundo, la de los viñedos a los pies de cordilleras con picos nevados. No extraña que en su suelo concentre la mayor superficie de la variedad riojana, hogar idóneo para la producción de la bebida en todos sus formatos.
Mendoza, la joya de la Ruta del Vino argentina, es un gran punto de partida para acercarse a esta variedad y conocer el detrás de escena de su producción. Sus 874 bodegas – con más de 140 abiertas al turismo – y su insignia como una de las Grandes Capitales del Vino del planeta – según GWC (Great Wine Capitals) – son una perfecta invitación para quien disfrute del arte de degustar con copa en mano.
A su vez, es donde se encuentra la mejor bodega del mundo, elegida por tercer año consecutivo por The World ́s Best Vineyard: Zuccardi Valle de Uco, donde – por supuesto – también ofrecen la variante en cuestión.
¿Un dato? El Torrontés de la bodega Susana Balbo (en la zona de Agrelo) recibió ni más ni menos que medalla de oro en los Decanter Wine Awards 2020, uno de los máximos galardones en la industria.
Salta
Salta “la linda” no es solo una cara bonita. Su nombre resuena cada vez más y hoy no es solo por la belleza de sus paisajes multicolores sino también por su presencia en el universo del vino.
En el Valle de Cafayate, bien al norte del país, la cepa del Torrontés encontró un paraíso: gracias al clima soleado, con pocas lluvias y una altura de tres mil metros sobre el nivel del mar, la vid crece como pez en el agua.
No es casual, entonces, que se haya convertido en la casa oficial de la variedad. El Torrontés es insignia salteña porque ahí encuentra su mejor versión: una personalidad fuerte, aroma frutal y gusto irresistible.
El plan incluye visitar las bodegas y dentro degustar la bebida estrella del destino. Muchas también son alojamientos, así que dormir rodeado de viñas es parte de la lista de imperdibles.
Para completar las razones por las que es un gran destino enológico, cabe destacar el Museo de la Vid y el Vino – que cuenta sobre la historia y las características de los viñedos de la zona – y la Bodega Colomé, la más antigua del país con más de 180 años de funcionamiento que, a su vez, fue posicionada en el puesto 35 de las mejores del mundo por The World ́s Best Vineyard.
La Rioja
Si estuviste prestando atención, ya sabrás que la variante riojana es la que encabeza el podio. Por eso no hay dudas de que La Rioja es otro destino que pisa fuerte en el mapa del Torrontés. Al igual que Salta, es parte de la región del NOA y por eso comparte características en el clima que favorecen el desarrollo: caluroso, seco y con pocas lluvias.
Sus valles de tonos verdes, rojos y amarillos alcanzan por sí solos para planificar un viaje por la provincia. Pero los motivos sobran si a la belleza de los paisajes le sumamos el delicioso aroma del Torrontés.
Sus 19 bodegas – algunas con impronta familiar y otras más industriales – forman parte de la Ruta del Torrontés riojano, un recorrido que atraviesa las regiones más productivas y turísticas para valorar aún más la relevancia de la cepa.
San Juan
Es la segunda provincia vitivinícola más importante del país. Y en uno donde el vino es tan protagónico, te imaginarás que no es poca cosa. El 16% de su superficie total – pintada por valles y montañas – se dedica a la producción del elixir de la uva, y si bien el Syrah es el que lleva la delantera en cuanto a ícono local, cuando hablamos de blancos entra a la cancha el Torrontés sin dudas.
Su suelo árido y su sol inquebrantable producen viñedos fértiles donde se instalaron bodegas tradicionales pero también modernas y boutique que, con maquinarias de última generación, se animan a nuevas técnicas en la industria y han logrado variedades vinícolas con premios tanto nacionales como internacionales.
La ruta del vino por estos pagos se divide entre cinco valles – Calingasta, Pedernal, Tulum, Ullum-Zonda, y Fértil – y con numerosas bodegas abiertas al público constituyen un recorrido enoturístico único en el país.