La copia de una Puerta del Sol repujada en la lámina metálica de una lata de leche en polvo, fue el primer trabajo que permitió a Ricardo Carlos Soliz Alanez, hacer conocer su destreza cuando apenas tenía 18 años.
Desde entonces, el orureño y sus hábiles manos, plasmaron las complejas figuras en diversos tamaños y con el tiempo se diversificaron. Desde figuras del Carnaval hasta calendarios aztecas con gran detalle.
“Yo saqué una fotografía de la Puerta del Sol, porque antes no había internet y con un lápiz lo he dibujado y lo repujé y llevé a un restaurant allá en Buenos Aires. Un boliviano entonces me ofreció cinco mil pesos argentinos, en esa oportunidad entonces sobreviví con el repujado”, destacó.
El trabajo de Ricardo fue entregado con un cartón y otros elementos que permitieron la venta.
HERENCIA
Antes de ese suceso, fue una de sus compañeras la que le enseñó el oficio que hoy, lo trasmite a nuevas generaciones. Ya que desde hace seis meses, ya tuvo más de 15 aprendices, a quienes les hereda los conocimientos del arte en latón, en su taller de la calle Aroma y Pagador Nro. 333.
“Conocía a una compañera que hacía maravillas con las cosas del suelo, por ejemplo, con las colillas de cigarro. Al principio yo trabajaba con el latón de las leches y ahora con placas que me otorga Elsa Muñoz. Ahora enseño en el tiempo libre que tienen las personas”, aseguró.
PERFIL
Ricardo Soliz, es ingeniero agronómico y por ello viaja constantemente. Desde el siguiente mes, emprende un viaje a la Amazonía, donde hace investigaciones con los alimentos. Por ello, durante este mes, brindará cursos a quienes lo contacten en su línea 75402045.
TESTIMONIOS
Algunos de los aprendices llegan al taller de don Ricardo con la intención de desestresarse y otros, ven la esperan de aprender un oficio sustentable que pueda ayudarlos económicamente.
“Yo soy contadora y como no he conseguido trabajo, esto me ha ayudado, primero a desestresarme y también es un emprendimiento que me está rindiendo frutos. En mi caso yo venía por las tardes que era cuando más tiempo tenía”, aseguró Liliana Mendoza.
MICROPROYECTOS
Ricardo Soliz, también hizo varias investigaciones y con ese estudio, industrializa cebolla y ajo deshidratado, además de la creación de acetite comestible de tola, que también enseña a elaborarlo.
“Somos grandes productores y tenemos una riqueza infinita, en Oruro no podemos morirnos de hambre porque tenemos todo. El que quiere puede porque hay muchas alternativas”, compartió Soliz.
El habilidoso artista y proponente de varios microproyectos, usa los recursos que están al alcance y comienza a crear productos o arte, por ello, comenzó el repujado con un trozo de madera como su herramienta principal.
Durante diciembre, dispone de su taller para los cursos a quienes buscan un oficio para sustentarse, o quienes quieran hacer arte para el desestrés.