Tengo unos cinco años aproximadamente, solía vivir en inmediaciones del mercado Kantuta, zona Noreste de la ciudad de Oruro, buscando algún alma buena que me invitara un poco de comida.
Tuve una casa, pero no me gustaba estar ahí, porque había un hombre malo que me golpeaba cuando estaba ebrio, así que prefería pasar los días y noches en las frías y peligrosas calles de la urbe.
Yo era muy temerosa de las personas especialmente de los varones, pero un día un grupo de gente bondadosa decidió rescatarme, ya que tenía bebés en mi pancita y nacerían en cualquier momento.
Me llevaron con un veterinario y mi estado de salud era pésimo, tenía desnutrición severa, problemas en la piel por todos los años que pasé en la calle y los maltratos que recibía en casa, de a poquito y con tratamientos me fui recuperando.
Afortunadamente una familia ofreció hogar temporal para mí donde pude dar a luz a mis pequeños, me cuidaron muy bien, especialmente un pequeño niño de siete años Evan, quien se ocupó de mí y de mis cachorros hasta que crecieron sanitos y se fueron todos adoptados con muy buenas familias.
Ya pasó más de un año desde que mi vida cambió cuando me salvaron, ahora por fin vivo dignamente con las personas que me cuidaron, porque ellos decidieron adoptarme, yo me siento feliz y protegida al lado de mi niño Evan, porque gracias a la experiencia y los cuidados que tuvo conmigo decidió ser veterinario cuando sea grande. ¡Que orgullosa estoy de él!
Inculquen a los niños el amor y el respeto por los animales, así cuando sean adultos tendremos una sociedad consciente y empática, y la realidad de muchos animalitos como yo será distinta, sin maltrato, sin abandono, sin sufrimiento.
