Nos adentramos a una mirada al pasado a través de La Manzana y Las Estancias Jesuíticas; obras que reflejan el estilo barroco de la época, y se conjugan con los caminos del vino, que datan de 400 años atrás.
Córdoba fue una de las primeras ciudades establecidas por los españoles en América y uno de los primeros centros de evangelización católica de la región, con la instalación de la Orden de los Jesuitas, en 1599.
Esta influencia se refleja en «La manzana jesuítica «, una cuadra del centro de la ciudad, donde se encuentran la Universidad Nacional de Córdoba, fundada en 1613 y una de las primeras de toda América; además de la Iglesia de la Compañía de Jesús, la Capilla Doméstica y las Residencias. A partir del año 2000, La Manzana Jesuítica y Las Estancias son Patrimonio Histórico y Cultural de la Humanidad declarado por la UNESCO.
Un recorrido por las estancias jesuíticas
Las actividades religiosas de la orden en esa época tenían lugar en 5 grandes establecimientos o estancias: Alta Gracia (1643), Santa Catalina (1622), Jesús María (1618), Candelaria (1678) y Colonia Caroya (1616).
Estas estancias fueron bellamente preservadas, y hoy pueden ser visitadas, en un recorrido guiado, a través de un camino que las conecta a lo largo de 250 km. Caroya tuvo 3 momentos importantes, fue un colegio, luego una fábrica de armas, y posteriormente residencia de Inmigrantes. Alta Gracia era Iglesia, residencia de los jesuitas, africanos esclavizados, y mujeres. La Estancia de Jesús María se dedicaba a la producción vitivinícola; en Santa Catalina se realizaba la plantación de frutales, y fue donde nació el “Lagrimilla de Oro”, primer vino del Río de La Plata y que fue llevado hasta España para la degustación de la Corte Española. Por su parte La Candelaria representa el conjunto arquitectónico mejor conservado, y destacó como establecimiento rural ganadero.
Los caminos del Vino
Además del patrimonio arquitectónico y cultural que representa el legado de los jesuitas, los primeros vinos de la región fueron creados en sus Estancias “Jesús María” y “Caroya”.
La producción de vinos no dejó de crecer desde entonces. En el 2009 se creó La Ruta del Vino, un circuito que permite disfrutar la experiencia desde adentro.
En sus viñedos destacan el Malbec, el Cabernet Sauvignon, Pinot Noir e Isabella. Se suman una exquisita gastronomía regional, y varios vinos locales premiados internacionalmente.
Cada mes de marzo se celebran la “Fiesta Provincial de la Vendimia” y “Fiesta Nacional de la Sagra de la Uva”.
El circuito conecta los Valles del Norte Cordobés, Punilla, Calamuchita, Traslasierra y Sierras Chicas.
En estas zonas, los visitantes pueden realizar recorridos temáticos, degustaciones, catas y maridajes, en las bodegas y establecimientos productores que ofrecen visitas guiadas, con gastronomía de primer nivel y alojamiento incluido en estancias, cabañas y hoteles de campo.
En tus próximas vacaciones, date una vuelta por Córdoba para degustar uno de los mejores vinos del mundo.