Domingo 4 de mayo de 2014; el equipo de San José pisa el gramado del estadio “Jesús Bermúdez”; sus casi 17 mil hinchas vitorean a sus jugadores, lanzan papel picado y colocan humos con los colores azul y blanco. Tras la algarabía, ingresa el rival, sin mayor repercusión; sin embargo, minutos después se oyen aplausos, primero algo timoratos, luego suben de intensidad hasta convertirse en una gran ovación, pero no es a un miembro del club “santo”, sino a Marcos Ferrufino, director técnico en ese entonces de Nacional Potosí.
Esta acción deja contrariados a los miembros del cuerpo técnico de San José, encabezados por Julio César Baldivieso, así como a los jugadores de la banca de suplentes; por otro lado Ferrufino, también algo extrañado, solo atina a devolver el gesto levantando las manos y aplaudiendo a la hinchada “santa”.
En un fútbol como el nuestro, el boliviano, un gesto como este es rarísimo, casi inexistente, pues una vez que un jugador o director técnico cambia de equipo, inmediatamente suele volverse el “enemigo”. Se le chifla, grita y hasta insulta; eso es lo “normal”.
Sin embargo, contra toda lógica futbolera en Bolivia, Marcos Ferrufino, que fue campeón con San José en una hazaña histórica el 2007, pues para nada eran candidatos; se llevó una sentida ovación de la hinchada “santa”, en una muestra de aprecio y un homenaje en vida, a un hombre que antes de ese domingo 4 de mayo de 2014 y después también, sería parte importante del club de la “V” azulada.
Lo que ocurrió después en ese encuentro es otra historia; San José perdió, con autogol incluido, 1 a 2 frente a Nacional Potosí, resignando así chances de ser campeón. Quizás por eso, es que el entonces entrenador del “santo”, Julio César Baldivieso, renegó contra los aplausos hacia Ferrufino, que se repitieron al final del encuentro, creyendo que a él no se lo valoraba.
Sin embargo no fue por ello, sino simplemente se trató de un justísimo reconocimiento en vida, a un hombre importante en el fútbol nacional, orureño y sobre todo para la historia del equipo “santo”; un hombre que en horas precedentes dejó este mundo, a raíz del Covid-19 que lo tuvo varios días en terapia intensiva.
Marcos se fue, pero deja un legado enorme, como deportista, como director técnico y como ser humano; trascenderá su nombre en la historia del fútbol boliviano y por supuesto del club San José.
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