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Fallece a los 110 años la última enfermera sobreviviente de la Guerra del Chaco

Angélica Ordóñez viuda de Colodro, la última enfermera sobreviviente de la Guerra del Chaco (1932-1935) / Archivo CORREO DEL SUR
Angélica Ordóñez viuda de Colodro, la última enfermera sobreviviente de la Guerra del Chaco (1932-1935), falleció la madrugada de este viernes a los 110 años en el municipio de Macharetí del departamento de Chuquisaca.

Angélica Ordóñez viuda de Colodro, la última enfermera sobreviviente de la Guerra del Chaco (1932-1935), falleció la madrugada de este viernes a los 110 años en el municipio de Macharetí del departamento de Chuquisaca.

La mujer que curó a los enfermos y heridos en la contienda contra el Paraguay, iba a cumplir 111 años en abril, pero su estado de salud se deterioró en los meses precedentes.

Carnet de identidad Angélica Ordoñez / Archivo CORREO DEL SUR

El presidente del Concejo Municipal de Macharetí, Guimer Silos, confirmó el fallecimiento y dijo que la Alcaldía prepara un homenaje.

La familia de Angélica es numerosa, ocho hijos, de los cuales cinco fallecieron, tiene 21 nietos, 43 bisnietos y 18 tataranietos.

El nieto mayor de Angélica, Héctor Colodro, de 67 años, informó a Correo Del Sur que los restos de su abuela serán enterrados en el centro poblado de Macharetí.

“Agradecer a todas las personas que en vida le dieron una mano, le han visto y han estado ahí presentes para ayudarle”, indicó Colodro al destacar el apoyo de las autoridades municipales de Macharetí y Villa Montes.

Angélica Ordoñez viuda de Colodro, nació el 26 de abril de 1910 en la localidad de Carandayti, municipio de Macharetí, Chuquisaca.

Ordoñez era una joven esposa y madre de un hijo pequeño. Sus dos hermanos y su marido fueron obligados a ir al campo de batalla.

Con la partida obligada de sus seres amados y al no saber nada de ellos, la mujer se consumía por la tristeza, hasta que tuvo que escapar de su puesto porque llegaron los “pilas”.

“Con mi hijo a cuestas, decidí ir al campo de batalla para estar junto a mi familia. Para sobrevivir con mi hijo, hacía pan para los soldados que siempre estaban hambrientos”, contó para ECOS en el 2013.

Sin ser enfermera, fungió como tal cumpliendo con valentía y sacrificio un trabajo voluntario, curando a los enfermos y heridos de la guerra y brindando apoyo moral a los caídos, así como lo hicieron otras valientes mujeres.

/MVSG/


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