Una monja llamada Ann Rose Nu Twang se arrodilló frente a policías armados que se dirigían a reprimir las manifestaciones en Birmania, la mujer extendió sus brazos y suplicó a las fuerzas: “¡No disparen contra los niños!”.
“Les supliqué que no dispararan (…) que en lugar de ello me mataran a mí. Levanté las manos en señal de perdón”, comentó Ann a la agencia de noticias AFP.
El 8 de marzo, varias ciudadanas salieron a conmemorar el Día Internacional de la Mujer con una marcha “pacífica”, pero la Policía y el Ejército lanzaron gas lacrimógeno y granadas aturdidoras para dispersar a la multitud, “como lo hacen desde que comenzó el golpe de Estado”, aseveró un birmano.
Un Twang se arrodilló y suplicó que cese el fuego, dos de los agentes hicieron lo mismo que ella y juntaron sus manos en señal de respeto.
Sin embargo, Ann Rose comentó que recuerda escuchar disparos a lo lejos, “Fue un momento de pánico. Estaba en medio y no podía hacer nada”, agregó.
Desde el golpe de Estado en Birmania, se registraron varias protestas, las cuales terminaron en enfrentamientos y el uso de agentes químicos por parte de la Policía.
Al menos 60 civiles han perdido la vida desde el golpe y más de 1.800 han sido detenidos, según la Asociación de Asistencia a los Presos Políticos.
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