Helene Rother fue obligada a huir a Francia con su hija, pues el régimen nazi se acrecentaba en eso momento, derivando en el miedo y la desesperación de quienes no formaban parte de la línea de pensamiento Alemán.
En su nuevo hogar inició su propio negocio “Contempora Studio”, gracias a sus habilidades.
En este emprendimiento se diseñaron joyas, accesorios de moda “de alta costura”, permitiéndose salir en la vida por un breve tiempo, ya que en 1941 cuando el régimen nazi tomó el control de Francia, volvió a escapar y en esta ocasión al norte de África, aunque esta vez como refugiada.
Con una situación más estable decidió viajar a los Estados Unidos, donde en 1942 respondió a un anuncio de General Motors (GM) que buscaba «un diseñador de materiales de moda”, debido a su creatividad fue contratada.
La tarea de Helen estaba enfocada en la elección de los colores y las telas de los tapizados, los herrajes de las puertas la iluminación interior y los asientos.
Su trabajo contribuyó a las actualizaciones de los interiores de los modelos de Buick, Chevrolet, Cadillac, Oldsmobile y Pontiac, marcas importantes que pertenecen a General Motors.
Rother fue calificada como la primera diseñadora automotriz de Detroit, con un sueldo de 600 dólares mensuales, el cual superaba al de la media de sus colegas varones, pero su historia de superación va más allá de transcender en una industria hecha y conducida por hombres.
Unos años más tarde Helen dejó GM, para abrir un estudio de diseño. El primer trabajo y más importante que desarrolló fue para la marca “Nash”.
Consiguió elevar su fama, hasta que su trabajo fue descrito como: «la lujosa armonía de las telas y los colores interiores planificada por Madame Helene Rother de París», según información proporcionada por el Clarín.
Su visión artística es considerada como “la puerta a una nueva era del diseño automotriz”, ya que transformó el aspecto básico de los interiores de los vehículos en algo más elegante, y también lideró el camino de las mujeres dentro del sector, demostrando que no es un trabajo “solo de varones”.
Según historiadores de la industria, Rother ha sido uno de los personajes más influyentes del diseño. Como muestra de ello fue nombrada como «santa patrona» del Concurso de Elegancia de Las Vegas, cuyo busto inspiró el diseño de los trofeos.
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