Arte y cultura Oruro

Wari y los Urus

Una representación icónica de la leyenda de las cuatro plagas / LA PATRIA
Wari, semidios en la mitología altiplánica, tenía el atributo de la fuerza. Era un monstruo que dormía en las entrañas de la Cordillera que mira hacia el mar.

Wari, semidios en la mitología altiplánica, tenía el atributo de la fuerza. Era un monstruo que dormía en las entrañas de la Cordillera que mira hacia el mar.

Un día, supo que los hombres adoraban a Pachacamaj, representado por Inti, luminoso y bienhechor. Despertó de su sueño y decidió acumular con su poder y su fuerza el fuego de las montañas para rivalizar con él, la luz radiante del sol.

En la tierra se sintió conmoción y un estruendo atronador repercutió en las entrañas de los montes. Wari, quiso apoderarse de la Aurora, hija del sol, que encendida como una rosa, fulguraba ya detrás de las cordilleras nevadas del Oriente.

Wari que se había enamorado de aquella luminosidad, en su impuro deseo de mancillarla, con fuerte resoplido elevó columnas de humo y fuego por los cielos; pero el sol surgió encendido a las sombras e hiriéndolas con su luz, iluminó los espacios eclipsando el rojo resplandor que salía por lo alto de las montañas, fuliginoso, asfixiante y acre, y que ahogó el espíritu del mal, el cual, con fuertes resoplidos que hacían temblar las entrañas de la tierra en sordos y cavernosos ruidos, guardó su cólera y su despecho, hasta que un día ejerció su venganza sobre los hijos de Inti, que cayeron con ingenuidad en la red de las intrigas y el engaño de Wari.

El pueblo apacible de pastores de llamas del Uru-Uru, se había distinguido como el más solícito en su culto al sol. Se le hacían sacrificios de llamas en su honor. Todas las mañanas se lo adoraba con las manos en alto, con el cuerpo inclinado y de rodillas, con himnos y cantos hasta el momento de su total aparición.

Las puertas de las casas de los Urus estaban orientadas hacia el naciente, como símbolo de reverencia y acatamiento religioso que infundía el padre del día, el dios de los incas, luminoso señor, autor de la vida y todo lo creado.

La boca de la Víbora, visitada los primeros viernes de mes y durante la época del Carnaval / LA PATRIA

Ese pueblo, de hombres buenos, había sido precisamente el elegido por Wari para el mal y llegó hasta él. Predicó nuevos postulados de justicia, impugnó la desigualdad en la distribución de las riquezas, indicó la prosperidad de los pueblos del valle y señaló, en contraposición la desolación altiplánica y como resultado, sus menguadas cosechas; calificó de injusta la obra creadora de Pachacamaj y concluyó soliviantando el espíritu de rebelión.

Los ingenuos Urus escucharon al impostor y farsante. La envidia se apoderó de ellos; la pureza de alma hasta entonces iluminada por Pachacamaj, se tornó sombría; se volvieron hoscos y esquivos, tomaron los bríos de la sedición y se convirtieron en laikas y aisiris (brujos) para zaherir y dañar al prójimo, conjurar en las sombras, hablar con las lechuzas y por estos recursos y estos medios, desencadenar todo género de males sobre las gentes de las comarcas y ayllus circunvecinos.

En toda esta escuela de odios y perversidades, los preparó e instruyó el perverso Wari; así fue cómo fueron apareciendo gentes tullidas, ganados enfermos; se desencadenaron vientos helados, se precipitaron tormentas de granizo y una serie de desdichas, plagas, desastres y contrariedades, flageló la región.

Una representación de la gigantesca víbora enviada por Wari / LA PATRIA

Cuando algún uru pasaba por los rancheríos del Altiplano, era señal cierta y segura de algún mal, próximo a aparecer por detrás del viajero. Efectivamente, ya era una asoladora endemia de desconocido mal que acababa con las gentes o sin número de catástrofes y cataclismos que se desencadenaban con el granizo, las tormentas o las heladas.

Infestaban las poblaciones, víboras, lagartos y sapos, probables mensajeros de los Urus. Sus habitantes tomaban proporciones monstruosas o enflaquecían miserablemente.

  • El curaca se ha hinchado.
  • Es cierto. Tiene un sapo en el vientre.
  • ¡Claro! Ha sido embrujado por los Urus.
  • En Sora-Sora las mujeres han arrojado gusanos por la boca.
  • Las picharas de los laikas de Uru-Uru se hallan diseminadas en todos los cruces de los caminos principales.

El pavor cundió por todo el altiplano. Nadie quería largos viajes, menos pasar cerca del pueblo de gentes malas que tanto terror venían causando.

Un día apareció una bella ñusta, sin explicar su procedencia, tampoco nadie averiguo ni supo quién era, ni de dónde venía. Era hermosa, blanca y esbelta. Su almilla (saya) no estaba ceñida por faja alguna, como acostumbraban las mujeres del lugar. Una aureola luminosa como halo resplandeciente, iluminaba su imagen.

La aparecida con dulce y persuasiva palabra, habló a los Urus. Solo Dios sabe en qué lengua se dirigió a aquellas gentes. Les recordó el pasado de felicidad en que vivieron, su magnífica tradición de mansedumbre y paz, sin odio, maldades ni remordimientos.

Hizo reminiscencia de las antiguas y perdidas costumbres, austeras y muy discretas; les exhortó para que retornen al bien, les pidió la vuelta hacia la bondad y el amor.

La palabra de aquella misteriosa mujer era elocuente y persuasiva. Describió entre contrastes de luz y sombra el bien y el mal; pormenorizó los vicios y defectos, señaló los pecados y perversiones; explicó y señaló las lacras y faltas, las deformaciones, los engaños, las inmoralidades y las graves consecuencias que todo esto trae a los hombres y a los pueblos.

El Sapo está ubicado en la Zona Norte de la ciudad de Oruro / LA PATRIA

Habló de la dulce quietud de los espíritus, de la bondad y de la pureza del alma, del trabajo creador de la cordialidad y amistad entre los pueblos, de la tranquilidad y de la paz.

Aquella dulce prédica era matizada con ejemplos y bellísimas parábolas que despertaron la consciencia de aquellos hombres y tanto influyó en sus espíritus  que acabaron con la promesa de ser buenos, volviendo a su luminoso pasado de bien y amor entre ellos y sus vecinos.

La luz asomó a las mentes de los Urus, se disiparon las sombras del mal como si el sol hubiese vuelto a su antiguo esplendor. Volvió otra vez a reinar la paz y retornó la tranquilidad a la comarca.

Burlados los designios de Wari, bramó de cólera despertando sus deseos de venganza e imaginó siniestros planes para acabar con los Urus, con plagas destructoras y así que, envió desde sus lares una serpiente monstruosa y horrible que arrastrándose lenta y sinuosa, venía del Sur a devorar a los Urus.

Espantados, la vieron todos; muchos creyeron llegada la hora del castigo para sus pasados males. La angustia se apoderó de las almas; pero alguien se acordó de la mujer blanca y hermosa que un día los exhortó al bien y les habló de un nuevo Dios, desconocido hasta entonces para ellos, pero ella, vestida de blanca saya de bayeta, blandiendo flamígera espada, se encaminó por la llanura por entre cuyos cerros y barranqueríos la serpiente asomaba su cabeza espantosamente horrible.

Ante la muchedumbre atónita, aquella mujer, dividió al monstruo que, retorciéndose, murió convertido en rocas, confundiendo su cuerpo con el de las peñas y colinas por entre cimas se la vio avanzar.

De acuerdo a la leyenda el Sapo fue enviado por semidios Wari / LA PATRIA

Vencido así Wari, envió otra plaga para castigar a los Urus que habían vuelto sus ojos hacia ese Dios, de quien les habló la extraña mujer y que ellos suponían era Pachacamaj.

Del lado Norte un gigante y ventrudo sapo, abriendo enorme boca, que habría de engullirse a aquellos laikas que tanto uso habían hecho de él en sus brujeríos, avanzaba lento.

Otra vez, la mujer protectora de aquel pueblo, volvió a reaparecer misteriosamente entre las colinas y peñasqueríos de los cerros próximos a cuyos pies se extendía el rancherío de los Urus y desde lo alto del cerro más próximo, hoy llamado Pie de Gallo, hizo girar sobre su cabeza una honda armada de agudo guijarro que hendío el aire, llegó a la boca del monstruo que al instante quedó convertido en piedra.

El lagarto apareció de la zona Este / LA PATRIA

Wari hizo temblar la tierra de rabia. Con el poder de su fuerza se estremecieron los montes y su cólera imaginó un tercer castigo. Del lado Este, envió un gran lagarto de muchas brazadas de extensión que arrastrándose desde Japu y Murucucala, venía azotando los montes con su enorme cola. El monstruo esta vez era apocalíptico.

Nadie se opondría a su paso y ningún poder sería capaz de acabar con él. Era algo así como el dragón de la mitología china; empero, cerca de Cala-Cala, la protectora mujer de ocultas fuerzas y misterioso poder que valientemente, en las ocasiones anteriores, había salvado al pueblo de los Urus, le salió al encuentro y con agilidad pudo dividir y separar el cuerpo de la cabeza de aquel gigantesco lagarto, con cuya sangre, se fue formando una laguna; su cuerpo, con las patas extendidas, quedó petrificado en los cerros que descienden hacia Cala-Cala.

El lagarto quedó petrificado en la zona de Cala-Cala / LA PATRIA

Vencido así, una vez más, el poder del terrible Wari, envió su cuarta plaga contra el arrepentido pueblo de los Urus. Hizo salir millones de hormigas de la boca del lagarto que yacía muerto cerca del charco sanguiñolento de la laguna de Cala-Cala.

Esa nueva plaga, como montaña arremolinada por el viento, apareció súbitamente cerca del río Tagarete, al Este de la ciudad de Oruro. La heroína estuvo allí presente.

Hizo girar nuevamente su honda y las piedras de ella, al llegar al apelotonado hormiguero, que viscoso se había extendido en toda la planicie como un ejército en maniobras, dispuesto a acabar con el rancherío de los Urus, convirtió en montículos de arena a los diminutos animalillos y al mismo tiempo, en la cabeza del lagarto, clavó aquella mujer, un madero cruzado por otro de brazos menores que sirvió para ahuyentar para siempre a Wari.

La hormiga es otra de las plagas enviadas por el semidios Wari / LA PATRIA

Desde entonces, oculto en las entrañas de los montes, brama de vez en cuando, y envía su ígnea cólera hacia los cielos, tratando aún de rivalizar con el fuego lanzado por las montañas la magnífica y esplendente luz de sol.

La leyenda mitológica de los monstruos que quisieron devorar al pueblo de Oruro, la oí, por vez primera, de labios de mi padre, y más tarde, la escuché, más o menos cambiada en algunos detalles en aquella misma ciudad.

El ejército de hormigas fue convertido en arena / LA PATRIA

La fantasía exaltada de esta leyenda tiene su origen probable en la formación rocosa de las montañas próximas a la ciudad de Oruro y que realmente, por caprichos de la naturaleza en la formación geológica de la tierra, tiene parecido con los animales gigantescos a que se alude en ella.

Hacia el Sur, los cerros presentan el aspecto de una enorme víbora que parece se arrastra en dirección al pueblo. Asimismo se puede observar en las alturas de Cala-Cala, al lagarto que parece descender con patas estiradas y garras abiertas inclinar la cabeza en la laguna muy cerca del Santuario del Señor de Cala-Cala o Señor de Lagunas.

En lo alto del cerro al que se sube con bastante dificultad se ha erigido una capilla que es el calvario, donde se dice que apareció la cruz que ha originado la devoción del pueblo al Cristo de aquel santuario.

Ese morro, visto de lejos, se parece, efectivamente, a una enorme cabeza de lagarto abrevando en la laguna originada por su sangre, como supone la leyenda; pues, efectivamente, a determinada hora las aguas de esa laguna toman una coloración rojiza.

En cuanto a las hormigas, convertidas en montículos de arena, se extendía en dunas de varios kilómetros y se las veía constantemente cambiar de sitio arremolinadas por los vientos. Hoy todo ese lugar fue depredado por la ambición del hombre en hacer sus casas, y las autoridades no hicieron nada por preservarlas. Los avasallamientos y la angurria de plata de la gente, hizo desaparecer los arenales de la zona Este.

El Sapo antiguo es venerado por los creyentes de la cultura Uru / LA PATRIA

Con referencia al sapo, que acaso haya sido alguna escultura totémica de los antiguos habitantes de la región y que bien valía la pena de haberla conservado, desapareció, según nos dicen, por la ignorancia de un militar que la hizo volar con una carga de dinamita, para evitar que el pueblo entregado a la superstición adorara enflorándolo y bailando a su alrededor en el paseo que hasta hoy se acostumbra hacer a la llanura próxima al cerro de San Pedro y contigua al cuartel militar.

Ahora nos falta decir quien fue la heroína que salvó a Oruro de las cuatro plagas enviadas por Wari; pues esa hermosa ñusta, se dice que fue la Virgen del Socavón y que volvió a aparecer cuando los conquistadores habían llegado.

La Santísima Virgen del Socavón / LA PATRIA

Desde entonces, es la Patrona de Armas de la ciudad de Oruro, guardiana y protectora de aquel pueblo, convertido en su momento en una de las ciudades más prosperas y activas de lo que fue la República de Bolivia.

VOCABULARIO

Wari: Semidios de la cultura india.

Uru-Uru: Región poblada por los Urus en proximidades del lago Poopó.

Urus: Gentes que habitan gran parte del altiplano.

Laikas y aisiris: Brujos, arúspices.

Picharas: Brujerío, envoltorio formado por los hechiceros.

Almilla: Saya de bayeta.

Sora-Sora: Pueblo de las inmediaciones de Oruro.

Tagarete: Pequeño río en las inmediaciones de Oruro, hoy solo un canal de aguas servidas.

Tomado de Vicente Terán Erquicia

Antología del Carnaval de Oruro de Alberto Guerra Gutiérrez


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